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De vez en cuando la vida

Mar 14 julio 2009

Ella era su parte extraña: el árbol de nogal, el gusto por los libros, querer a alguien lo suficiente para dejarse lastimar, las cosas que tenía miedo de mostrar a los demás (Truman Capote: Cuentos completos).


Toditos todos los lunares

A lunares.



De vez en cuando la vida te ofrece un papel timbrado, con un texto impreso encabezado por la palabra “tregua” y te ofrece que lo firmes, si te apetece.

No, no se confundan, es sólo una tregua. Ya vendrán los dolores, los miedos, la angustia, el desespero, la rutina y el hielo.

Pero algo es algo. Un momento en el que respirar, apoyar la espalda contra el muro en esta persecución loca que es la vida, en la que uno no sabe si uno es un monstruo que persigue con ansia algo, o si es que uno es el que huye, acosado por un monstruo que lo persigue a uno ansiosamente.

Así, cuando la vida se baila un xiringüelu pero vestida de faralaes (con todos los lunares), no es que uno se sienta en paz con la vida definitivamente, pero uno agarra el Bic y firma apresuradamente, antes de que a la vida le dé por romper la tregua, cosa que siempre acaba por hacer, unilateralmente.

La hija de puta de la vida. Qué grande, y que hija de puta, la vida.

Citas XVIII

Mié 08 julio 2009

Por sus muchas lecturas de cuentos de fantasía, dio este chamarilero, al que por su oficio llamaban Chabbab, en creer que toda lámpara era la de Aladino (Felipe Benítez Reyes: Tratándose de Ustedes).


¿No es para quererlos, a los libros?

Más que el pan.



Hoy no estoy para nada: más despistado que un pulpo en un garaje. Así que antes de plantarles cualquier pensamiento abstruso del que mañana me arrepienta (en lugar de pasado mañana), les largo un post de citas.

He observado con amargura ―decía la señora en fluido castellano que apenas dejaba traslucir un breve acento extranjero― que las clases altas españolas, a diferencia de lo que ocurre en el resto de Europa, no consideran la cultura como un blasón, sino casi como una lacra. Juzgan por el contrario de buen tono hacer gala de ignorancia y desinterés por el arte y confunden refinamiento con afeminamiento (Eduardo Mendoza: La Verdad Sobre el Caso Savolta).

Creo que Mendoza pone en boca de esta señora lo que el autor opina, y con coincido con él plenamente. También es frecuente confundir educación con otras cosas menos positivas, y puede que un día tenga que salir a ostias (sin hache) para aclarar alguna que otra situación. Ojalá no sea necesario y basten amenazas de hacerlo, vagas o concretas. Es que hay gente que no comprende otro idioma, la verdad.

Lo malo es que las bravatas deben llevarse a la práctica (Pere Calders: Ruleta rusa y otros cuentos, La «Nemours 88»).

Bueno, vale, Maese Calders. Ya me callo.

― Lo siento, haría cualquier cosa por ti pero no eso ―replicó Suzanne alegremente. El sacrificio a la amistad le parecía hermoso en tanto en cuanto no fuera ella quien tuviera que hacerlo (Saki: Animales y más que animales).

Je, je, jeee… anda que no era nadie, el Saki. No, no era especialmente misógino en sus textos, le daba igual arrearle a un género que a otro…

Bertie era un hombre joven, amable y acomodaticio, que estaba totalmente dispuesto a casarse con cualquiera que le recomendaran favorablemente, pero no a perder el tiempo enamorándose de cualquiera que pudiera ser vetada por su abuela (Saki: Animales y más que animales).

¿Ven?

El océano no es sólo ese extraño runrún de espuma y agua salada, que choca contra la playa o contra las amuras del barco. El océano no es sólo ese largo rastro de lágrimas y viudas, la opulencia de los armadores, las hazañas de los guerreros, las leyendas de las bestias formidables y desconocidas. El océano tiene vida propia, eso lo sabe cualquiera que haya cruzado sus entrañas. Y este planeta, amigo mío, es océano. Más que tierra firme, infinito océano que besa la región de los hielos o las malolientes ciudades de la vieja Europa. El océano lleva y trae historias, como la que le digo, como la que yo mismo supe muy lejos de aquí, no hace tanto (Juan José Téllez: Main Street).

Indispensable este libro de Téllez para quien guste de las cosas muy bien escritas. Es una selección de relatos sobre Gibraltar y los gibrlatareños, su entorno, y su relación con la comarca limítrofe. Recomendado queda.

El humor no nos salva; no sirve prácticamente para nada. Uno puede enfrentarse a los acontecimientos de la vida con humor durante años a veces muchos años, y en algunos casos puede mantener una actitud humorística casi hasta el final, pero la vida siempre nos rompe el corazón (Michel Houellebecq, Las partículas elementales).

Sin embargo, este tipo me parece un sieso de mona, más deprimente que una dieta a base de papel de filtro. Para leerlo hay que tener una base potente de optimismo o te hunde en la miseria. Que le den, me gusta más Téllez, porque aunque el libro suyo que he citado antes no es monográficamente humorístico, tampoco se empeña en convencerte para que te suicides.

De todas maneras, es un filósofo y un filántropo. Confieso que tiene el ligero inconveniente de no estar en sus cabales, eso es indiscutible. Tiene ese verdadero defecto que ha nacido del moderno culto al progreso y a la novedad, y cree que todo cuanto sea nuevo y raro constituye forzosamente un avance. Si fuera usted a decirle que se proponía comerse a su abuela, estoy seguro de que lo aprobaría siempre y cuando basara su pretensión en razones de higiene y utilidad pública, como por ejemplo que eso es más conveniente que la cremación. Mientras lo que una haga constituya un progreso importante, a él le da lo mismo que dicho proceso conduzca a las estrellas o al infierno (G.K. Chesterton: El club de los negocios raros).

Sí que me reí mucho con este tipo. Lo tendré que revisitar, que no he leído nada de su personaje más famoso (el Padre Brown), y me lo han recomendado.

― La amistad echa raíces muy profundas en los corazones honrados; creedme, D’artagnan, los malvados la niegan, pero es porque no la comprenden (Alejandro Dumas: Vente años después).

Ayer hablaba yo de esto con Fenrir y Señora. Todos de acuerdo, además

La Historia es la única forma de sobrevivir en la memoria de las gentes, madre; la única forma de salvarse del olvido (Ana María Matute: Olvidado Rey Gudú).

Para el que quiera eso. Yo tengo cosas más importantes que hacer que dejar una estatua mía en la que se caguen las palomas cuando a mí me hayan devorado los gusanitos, hongos, protozoos y bacterias (por ese orden). Poco me van a importar las estatuas a mí, a esa altura.

Hay una literatura para cuando estás aburrido. Abunda. Hay una literatura para cuado estás calmado. Esta es la mejor literatura, creo yo. También hay una literatura para cuando estás triste. Y hay una literatura para cuando estás alegre. Hay una literatura para cuando estás ávido de conocimiento. Y hay una literatura para cuando estás desesperado (Roberto Bolaño: Los detectives salvajes).

Háganle caso a Bolaño y lean: siempre hay una literatura para uno.

Difícilmente un diletante se pone a construir edificios o, de buenas a primeras, fabrica bicicletas sin haber adquirido una competencia específica; sucede, por el contrario, que todo el mundo, exactamente todo el mundo, se siente capaz de escribir una novela sin haber aprendido siquiera los instrumentos más rudimentarios del oficio, y sucede también que el vertiginoso aumento de estos escribientes ha terminado por perjudicar gravemente a los lectores, sumidos hoy en día en una notable confusión (Enrique Vila-Matas: El mal de Montano).

Pero lean eligiendo, claro…

Besos a toda la peña. Cuídense.