Sobre la estupidez humana

Tenga en cuenta que nadie puede ser del todo el jefe de un idiota. El verdadero jefe de un idiota es siempre su propia idiotez (Felipe Benítez Reyes: Mercado de Espejismos).

Anda que tú también…

Un comentario que he hecho en el blog de la Dama Tirita me ha recordado un libro que regalo siempre que puedo: Se trata de Allegro ma non troppo, del paviano Carlo María Cipolla. Este libro contiene un primer ensayo sobre la importancia de la pimienta en el desarrollo histórico de la Edad Media (en realidad es una guasa sobre cómo los historiadores aburridos trincan un datito y se montan unas tesis doctorales del carajo hilvanando una trivialidad con otra), y un segundo y fascinante ensayo sobre la estupidez humana.

Cipolla (qué nombrecito… prueben a pronunciarlo “Chipol-la”, a ver si entra más fácil) (rayos, con azúcar es peor)… bueno, Cipolla, en este segundo ensayo, hace un análisis certerísimo de las causas de la estupidez humana: Se desconocen tales causas.

El autor italiano diseña, en este sesudo ensayo, una gráfica con dos ejes (x e y), que se cruzan en el cero de ambos, formando una cruz. La línea vertical indica qué es lo que pasa con los demás cuando realizamos una acción. La horizontal, lo que ocurre con nosotros mismos. El cuadrante de arriba a la derecha enmarca los efectos de las acciones que nos benefician a nosotros (x positivo) y benefician a los demás (y positivo). Quien las realiza es una persona inteligente. Abajo a la derecha, al ser la y negativa, el cuadrante enmarca los efectos de las acciones que realizan los malvados: yo gano y tú pierdes. Lo que beneficia a los demás y nos perjudica (arriba, a la izquierda) es el ámbito de las acciones acometidas por los incautos. Bueno, los santos creen ganar la vida eterna… pero podríamos meterlos ahí también, si así lo desean Ustedes.

Pero he aquí que queda un cuadrante sorprendente. El que engloba los efectos de las acciones que suponen que, al realizarlas, uno perjudica al prójimo como a sí mismo, parafraseando a los Sagrados Evangelios y dándoles la vuelta como a un calcetín.

Ése, y no otro, es el ámbito de los idiotas, que no deben confundirse nunca con los incautos y mucho menos con los malvados. Estos últimos, al menos, mantienen cierta lógica en su cruel actuar, pero no así los estúpidos, que son imprevisibles.

Cipolla enumera nada menos que cinco leyes fundamentales de la estupidez humana. A saber:

1.- Siempre e inevitablemente cualquiera de nosotros subestima el número de individuos estúpidos que existen (independientemente de cuántos pensemos que existen: hay más).

2.- La probabilidad de que una persona dada sea estúpida es independiente de cualquier otra característica propia de dicha persona (por lo tanto, son dificilísimos de detectar).

3.- Una persona es estúpida si causa daño a otras personas o grupo de personas sin obtener ella ganancia personal alguna, o, incluso peor, provocándose daño a sí misma en el proceso (ya lo comentamos en la figura descrita en el texto anterior).

4.- Las persona no-estúpidas siempre subestiman el potencial dañino de la gente estúpida; constantemente olvidan que en cualquier momento, en cualquier lugar y en cualquier circunstancia, asociarse con individuos estúpidos constituye invariablemente un error costoso (pero por la cara que sí).

5.- Una persona estúpida es el tipo de persona más peligrosa que puede existir (esto es un corolario, pero conviene tenerlo también muy presente).

Lo dicho: si lo pillan, el librito (es muy corto) es una delicia.

Buen fin de semana. Cuídenseme.