―… además, no sé lo que nos han enviado los Froplinson
―Un calendario de Guillermo el Conquistador ―contesto Janetta―. Con una cita de uno de sus grandes pensamientos cada día del año.
―Imposible ―respondió Egbert―, no tuvo trescientos sesenta y cinco pensamientos en toda su vida; o si los tuvo los guardó para sí. Era un hombre de acción, no de introspección
(Saki: Animales y más que animales).
(Poner voz enfermizo-mental): Tooodooos… los tendré tooodooos… sssííí…
Casi que no lo puedo evitar. En el fondo, tengo que tener algún tipo de TOC o algo por el estilo, porque en ciertas ocasiones, sobre todo en lo que a libros se refiere, tengo que tenerlo todo. Y cuando digo todo, me refiero a TODO.
Así, espoleado por el nacimiento de mi segundo (y ya gamberro, con seis meses) vástago, a quien, como a su hermana, le adjudicamos el nombre de un personaje literario, un día me puse a buscar la colección completa de los libros que la genial Richmal Crompton escribió sobre Guillermo Brown (o, al menos, los que hay traducidos al castellano). Encontré colecciones de segunda mano, carísimas, hasta que di con una página donde se vendía una colección reeditada a un precio no solo fascinante, sino ya completamente irresistible. El resultado, por supuesto, lo tienen en la foto de arriba. He marcado (de forma levísima) los que ya había leído (y anotado en mi lista de Fraseo), y aún así me quedan horas y horas de placer. Oh, sí. OH, SÍ.
Ahora bien, mis paranoias tiene sus límites y mis completismos nunca exceden la frontera de lo irracional (creo). Durante años, y poco a poco (esta vez, no como en el caso de los libros de Guillermo, donde tomé un atajo) me fui haciendo con casi todos los libros de la serie del Mundodisco de Terry Pratchett, en diversos formatos y ediciones. Y son cuarenta y uno.
Tengo cuarenta.
Y Ustedes pensarán que rabio lo indecible por no tener el que me falta (que es el número veintisiete), pero en rigor no es así. El que no tengo se editó en español con el título de «El último héroe», y hasta que no lo saquen en una edición accesible, no pienso hacerme con él, porque pagar más de trescientos apoquinantes por uno de segunda mano… como que no. Es cierto que es una edición ilustrada and all that stuff, pero aun así, me da la impresión de que es un hábil truco de marketing para allanar los bolsillos de un creciente número de fanáticos del tipo de los que se gastan más de la mitad de un salario mínimo interprofesional por tener (por ejemplo) un muñequito que, además, no sacarán nunca de su envoltorio original porque perdería valor. Hasta ahí no. Yo no. O digamos, mejor, que todavía no, que los desórdenes mentales nos acechan a todos a la vuelta de cualquier esquina, y luego uno nunca sabe por dónde va a salir el vapor.
Así que completista, ma non troppo, ¿estamos? Pues eso.