Las corrientes oceánicas

En nuestra era medimos la vida en antes, ahora y después, y con estos tres conceptos nos amargamos la existencia, renegando de lo que tenemos, deseando lo que codiciamos y añorando aquello que perdimos (Rafael Marín: La Leyenda del Navegante).


Por ahí en medio flotamos.

De aquí para allá.



Sobre todo por falta de motivos, yo no suelo echarme flores. Pero si de algo estoy orgulloso, es decir, si me reconozco un solo mérito en algo, es en poseer la perspectiva necesaria para conseguir ver las cosas en un contexto que yo mismo considero adecuado (de manera indudable, es un mérito del todo subjetivo) (porque no voy a empezar a ser objetivo conmigo si soy un sujeto: mi propio ser me exige la subjetividad) (un momento, que me pierdo).

Decía que creo ver las cosas dentro de un contexto amplio. Más allá de la comunidad de vecinos, de las pequeñas batallas intestinas en el lugar de trabajo… Cuando uno logra ver esto, uno se da cuenta de un hecho implacable.

Y es que somos pequeñitos. Y claro, cuanto más amplio es el contexto, más pequeñitos somos.

Me explico (o lo intento).

Las medusas tienen cierta capacidad de movimiento. Parece que van donde quieren ir. Pero es una sensación tramposa, porque quienes realmente las guían son las corrientes oceánicas, idea general que, ilustrada por un caso particular, expuso tan magistralmente Félix J. Palma en su segunda novela. Las medusas no van sino donde son arrastradas, y su capacidad de maniobra es limitada, como lo es la nuestra.

No nula, ojo. Circunscrita, podríamos decir.

Ahora bien: hay diferentes maneras de enfrentar este dato. Una de ellas es nadar hasta reventar (tal vez “los imprescindibles” que citara Bertol Bretch, o “los jartibles”, que dirían en el Barrio de La Viña). Otra es hacerse el muerto. Y entre esos dos extremos, toda una gama de procederes planctónicos.

Y yo soy de los que disfrutan del baño, de la temperatura del agua y de la radiación solar en la capa más superficial del océano, aquella donde la fotosíntesis es posible (exacto: la zona fótica).

Lo demás son historias. Ni persecución de la gloria ni de la excelencia. Dos brazadas y una coz cuando se acerca un depredador (esos suelen buscar la gloria, la excelencia y nuestras proteínas, y nuestro deber como organismos vivos es convencerlos, a veces por expeditivos métodos, de que las proteínas se las proporcione la reputísima madre que los parió).

Y nada más. Porque presuntos depredadores y presuntas presas (miren qué pinta de desvalidas tienen las medusas y ya, ya) van a acabar igual: reintegrados en el ciclo del carbono oceánico. Sic transit gloria maris, o algo. No hay mucho más sentido que disfrutar del regalo que supone ese baño en la mar salada que es la existencia.

Y bueno, cada cual es libre de opinar. Yo es que soy una microalga.

Imagínense.

16 respuestas to “Las corrientes oceánicas”

  1. Salamandra Says:

    No sé si me tranquiliza o me entristece saber que en el fondo mi capacidad de maniobra aparentemente ilimitada se explica casi perfectamente por el movimiento de una corriente.

    La cuestión depende del día.

  2. ETDN Says:

    ay, qué metafórico (y metafísico) anda hoy el microalgo marino.

    Será la primavera.

    Por aquí asoma ya.

    ¿Emigras en Semana Santa?

    A mí este año me toca trabajar y estudiar (bien dicen que días de mucho, vísperas de nada…la Semana Santa del año pasado fue muy buena), pero es lo que tienen las corrientes oceánicas, de pronto te arrastran sin que puedas luchar contra ellas y te llevan a lugares extraños, no siempre deseados. Pero al final uno acaba adaptándose. Cosas de la resistencia y la supervivencia.

    hala, me voy a preparar otro temita

    muacks!

  3. Koloke Says:

    A partir de este momento, abandono el dudeismo y me úno al movimiento fótico (que viene a ser lo mismo, pero en versión gadita)

  4. NÁN Says:

    Pues yo que creo que algunos poderosos, utilizando la acumulación de dinero, tienen los mecanismos y la tecnología necesarias para que las corrientes se muevan en su propio beneficio.

    Aunque acabemos todos en los huesos y nos hagamos polvo, lo que cuenta es lo que pasa cuando tenemos carne. ¿O es que usted no se rasca cuando le pica porque, total, no hay picor que cien años dure?

  5. Microalgo Says:

    Precisamente pensando, también, en ti escribí ese párrafo sobre darle coces a los depredadores para convencerlos de que las proteínas se las busquen en sus ancestros más recientes. Sí, creo que tienes razón. Mi divagación se iba por derroteros más amplios. Si naces en Sri Lanka la corriente te llevará hacia un lugar muy distinto del que te llevaría si naces en Nebraska… nada más.

    Gracias por el comentario y la visita, Maese Koloke. ¿Dudeísmo de The Dude («el Nota»), el de los hermanos Cohen? Jé. Curioso.

    Ánimo con la oposición, Dama ETDN. Páseme una lista de los competidores, que ya sabe que cuando actuamos los biólogos siempre parece que ha sido la Madre Naturaleza… lo dicho: ánimo.

    Y sí que depende la cosa del día, Maestro Salamandra. Pero en general, uno contempla a veces su propia filosofía, más en los días sosegados, es cierto.

  6. Koloke Says:

    Efestivamente, el dudeismo es la religión que sigue los preceptos de «El Nota». Te dejo un enlace en el que explico cómo me convertí al dudeismo (y que, a su vez, enlaza con la web oficial de la iglesia dudeísta):

    http://koloke.blogspot.com/2009/08/he-visto-la-luz.html

  7. Microalgo Says:

    Pavoroso. A Pasquino le va a encantar (fue quien me regaló El Gran Lebowski).

    Y magnífico su blog, Maese Koloke. Gracias por el enlace.

  8. Koloke Says:

    Gracias a usted por los cumplidos

  9. carrascus Says:

    Pues al destino ése o lo que sea cada vez le cuesta más trabajo arrastrame a mí… pero no es porque yo sea especial… es que cada día estoy más gordo…

  10. Rímini Says:

    Hombres y mujeres de todo mar y toda tierra me preceden, me abren camino en la corriente. Y todos creemos que vamos a alguna parte,… Sí ¿Pero dónde, cómo?

  11. Microalgo Says:

    Se flota mejor así, Carrascus… lo sé por experiencia.

    Y hey, hey, hey, no le dé la vena trascendente, Rímini, que uno no sabe a dónde puede llegar con eso…

    Y enlazando con el comentario de Carrascus, Rímini: Hace tiempo que no nos pegamos un comidorro Usted y yo. Por mantenernos al día, digo. Ya le pego un toque, a ver si sí.

    Abrazotes a los dos.

  12. Rímini Says:

    Que nuestras corrientes confluyan ante un plato de canne churruscaíta.

  13. Microalgo Says:

    Lo maileo ahora mismito y nos ponemos a ello…

  14. peponide Says:

    ¿te importaría si citara ésto? es bastante brillante

  15. Microalgo Says:

    Cite, cite Usted lo que guste. Y gracias por la visita.

  16. la teoría de los caminitos 2.0 « trapecismo Says:

    […] la teoría de los caminitos 2.0 Por peponide No sé cuántas veces me habré marcado un discurso explicando la teoría de los caminitos, y ahora he encontrado algo que la apoya. Es una teoría nada deseable desde mi punto de vista. Es una teoría bastante fatalista. Pero tanto el apoyo como la fuente han sido hallazgos dignos de mención. El texto en cuestión es éste: https://lazonafotica.wordpress.com/2010/03/23/las-corrientes-oceanicas/ […]

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